
Si bien es importante sentirse parte de un grupo, ser aceptado socialmente, también es cierto que no podemos lograrlo sin aceptarnos primero a nosotros mismos. Debemos tener claro que lo que nos hace bien, puede que no coincida con el bien de otros; debemos aprender a compartir sin juzgar y sin juzgamos, asumiendo las diferencias que nos caracterizan a cada uno de nosotros como personas únicas e irremplazables. Si no existe una armonía interior entre nuestras emociones y nuestro cuerpo, no podremos sentimos en armonía con nuestro medio. Necesitamos aprender a querer nuestro cuerpo, aceptarlo y asumir que nos a compañará en el largo camino de nuestras vidas. Darle lo que necesita, ni más ni menos, es lo que nos llevará al verdadero equilibrio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario