jueves, 7 de junio de 2007

Cuento-romántico II (escrito por: el aprendiz ambulante)


Una historia

Cuentan, que rumorean, que dicen, que los más ancianos guardan un tesoro transmitido de generación en generación. Una historia con principio, pero sin fin, dicen los mas cautos, y los mas valientes defienden la teoría de que se trata del inicio del mundo.
Según cuanta esta hipótesis, al comienzo de la formación de toda la galaxia, había muy poca materia y estaba muy dispersa. Poco a poco, y al cabo de miles de eones de siglos, fue formándose un planeta, pero rígido y frió. Estaba completamente cubierto de h
ielo y la vida era inexistente. Su núcleo, no era menos frió y distante que el resto del planeta, ya que estaba compuesto por partículas que no querían seguir en el inmenso vació de la galaxia. Este hecho podría ser maravilloso, pero estas partículas querían soledad absoluta, porque no se fiaban de las demás partículas que tenían diferentes colores. Si se encontraban con alguna de su mismo color, no la reconocían porque en aquel entonces no existían espejos.
Así fue, como poco a poco, la galaxia se fue llenando de planetas fríos, hasta que un día, en un planeta pequeño, dos partículas salieron a la superficie, excavando por el hielo con las fuerzas de sus corazones de protones.
Una vez en la superficie, empezaron de una manera prudente a explorar el nuevo mundo, que años atrás olvidaron. Como era un planeta pequeñito, no tardaron en encontrarse, pero como no habían visto a ninguna otra partícula desde su encierro, salieron despedidas hasta los extremos del astro. Dicen algunos, que una partícula sintió tal emoción y miedo, que un protón de su corazón salio despedido.
Lo volvieron a intentar, quizás por la curiosidad o por la locura producida por el deambular en el hielo.


Esta vez, se empezaron a mirar con curiosidad. Descubrieron que tenían pequeños matices diferentes, colores opuestos y electrones con la misma carga. Poco a poco se fueron acercando y descubriendo todo lo que concernía al otro ser diferente. Al arrimarse casi del todo, sus corazones se detuvieron y la magia del momento inundó sus electrones. El tiempo parecía que se había parado y a cámara lenta, sus labios se juntaron.

Hubo silencio, silencio, silencio, hasta que una gran explosión resquebrajó el hielo del planeta y produjo una estallido, que provoco una gran onda expansiva. La onda expansiva hizo estremecer a todos los planetas de la galaxia, que sin pensarlo decidieron abrir sus corazones para que se juntaran otras partículas y compartir sus diferencias.

Debido a las explosiones simultaneas producidas por los reencuentros de las partículas, la temperatura se elevo drásticamente en toda el universo lo que produjo el Bing Bang. Este fenómeno solo fue una onda, producida por los múltiples besos, que originaron todas las galaxias que componen nuestro cosmos.

La partículas que tenían más pasión en sus besos, generaron vida.

Dicen que desde entonces, cuando dos enamorados se besan, y sus labios rozan y acarician los del ser querido, se puede oír el murmullo de la creación del mundo, que partió por la admiración del otro, en el más profundo amor.

Un beso es el principio de la creación, con el se puede mostrar ternura, cariño y pasión. En una pareja, es lo más hermoso, puede hacer que ambos corazones se compaginen de tal manera, que forman una dulce melodía. Al hacer el amor, con un gran respeto, admiración y cariño por el otro, los besos despiertan la piel incitándola a fundirse con el otro. Rumorean que si la dulzura de los labios roza y acaricia el cuello del ser amado, la puerta de la creación se abre ante ambos.

Dame un beso y sentirás mi latir
Mírame con ternura y te abriré mi alma
Susúrrame y la luna será cómplice de nuestro deseo
Acaríciame y te daré un beso para sentir tu esencia
Un beso

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