domingo, 3 de junio de 2007

Cuento-Romántico I (escrito por: el aprendiz ambulante)

Venecia

En mis 7 años que pase descubriendo el Tibet, me tope con muchísimos Lamas y sabios. Uno de los mas destacables, quizás sea el erudito Lim. Un ermitaño que vivía en una cueva, en lo más alto de una de las montañas, que poblaban el lugar. Tenía un aspecto peculiar. Orejas grandes, que decía que las utilizaba para ver con los ultrasonidos, que producían los animales que deambulaban por la cueva.Largas barbas que recorrían casi toda su guarida y de la que nacían pequeñas setas y hongos, que según él, eran refugio para pequeños seres, como pitufus, ect. Lo mas destacable y es lo que mas recuerdo, era una gran sonrisa que se dibuja por debajo de la barba.
Este dulce anciano me contó, una leyenda que a su vez le contaron, la tribu de romanticotes de Venecia.
Según cuentan, un día al año Venus, se puede deslumbrar en hora diurna. Ese día lo llamaban, el Día de la gota de Luna, ya que creían que ese astro era simplemente una gota del satélite que viaja para fundirse con el Sol.
El Día de la gota de Luna, era muy especial, la gente se inundaba de la energía que llegaba de aquel puntito en el cielo, y empezaban a comportarse de mil maneras raras, los gondoleros hacían viajes gratis, los enemigos se enamoraban, la gente descubría la belleza que había en todo y se enamoraban todos de todos.
La hora culmine de este día, era el atardecer, cuando la pasión de la gente, desprendía tal energía, que hacia crecer flores y vegetación por todas partes. Los edificios en esta hora se llenaban de colores vivos, rojo intenso, violeta, azul, … tantos colores como amantes. Al anochecer el fuego de los corazones de la gente, secaba los canales y sin saber porque, todo el mundo se dirigían al fondo de ellos, quizás para hacer el amor mas cerca de la Madre tierra. Mientras bajaban inundaban las paredes de las más bellas poesías, dibujos y pensamientos de paz, armonía y unión.
La leyenda contaba que por la mañana Venecia volvía a la normalidad, con la excepción de que había mariposas por toda la ciudad. Alomejor eran los amantes, que envueltos en una tremenda pasión, se fundían convirtiéndose en mariposas para volar, y llegar a ese astro que despertó, el amor en la ciudad de Venecia.

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