miércoles, 13 de junio de 2007

Cuento sobre un adiós con el corazón

Querido Duenede
Sabía que mi corazón me conduciría hasta ese lugar donde siempre nacen los sueños, para encontrarme con aquellas cartas que nunca fueron, que nunca serán, cartas imposibles que solo el corazón entenderá y pondrá nuestros sueños a volar.
Hace tiempo te encontré por estos lados, pero decidí respetar el muro de silencio que levantaste para no acceder al bosque encantado en el cual sobre un hongo me quedé.
Las puertas del bosquecillo encantado siempre yacen abiertas mientras contemplo el horizonte y veo tu deambular por la vida, con tus equivocaciones y la libertad que nunca pretendí quitarte, siempre deseando que fueras ese duende misteriosa capaz de equivocarse en la danza de la vida, para comprender que existe una diferencia entre querer y amar.
Ha pasado tiempo y sobre pálidas hojas con tinta de la sabia que fluye por mis ojos, doy vida a estas palabras, no me siento triste, al contrario, mis lágrimas son de felicidad, pues no me lamento por lo que pudo ser, sino porque haya sucedido, porque pudiese encontrarte danzando sobre la Corola de una flor, con tus delicadas alas dispuestas a volar y yo, una simple hadita deseando verte navegar por el firmamento cual cometa a la caza de las flores que en forma de estrellas se extienden en ese jardín que atravesamos con el pensamiento para acompañarnos en otras épocas en silencio, nada más para sentir la presencia del otro en la brisa del aire.
Te siento llorar, te siento suspirar amada duendecito , los sentimientos no se pierden, los sentimientos se guardan en cajitas con hojas de rosal, para que con un hondo suspirar, pongamos la fuerza del corazón a volar. Por eso un adiós no es más que un nuevo inicio de esa danza de vida y muerte, de otoño, invierno, primavera y verano, en ese eterno ciclo que nos lleva al torbellino de la mente a través del cual comprendemos con sinceridad lo que en el corazón resplandece.
No importa cuántas líneas haya en esta carta imposible escrita desde un honguito sobre una sutil hoja de un árbol sempiterno, para decirte que las palabras puede ser que se olviden, que las lágrimas se vayan, que los besos se borren, pero los recuerdos jamás...
Esos que yacen tatuados a sangre y fuego en el alma y que llegan hasta el tuétano de los huesos para decirte que tu recuerdo, ese no se borrará jamás...
Aquí estaré componiendo unas líneas más, en algún lugar del bosque encantado, en donde no necesitas permiso para entrar, porque siempre eres bienvenida....
Una hadita que siempre buscara un duende
Lágrimas
No sé si mis lagrimas tu frente tocarán, como la lluvia que por tus tierras de vez en vez suelen caer y en cada una de ellas me suelo colar, para observarte y admirarte a través del cristal de tu ventana y en cada una de ellas un sueño pintar...
No sé si mis palabras como una lágrima tuya hasta tus labios llegarán, para morir luego en ellos como si fuesen un ósculo silencioso que ya besó tu mirada...
No sé si estas lágrimas de felicidad y de ausencia tocarán tu ser, como tus palabras lo hicieron hace tanto tiempo en que tu sonrisa se dibujaba en cada estrella y atrapaban mis miradas...
No sé si aún tus alas resplandecen bajo el fulgor de plata de la luna...
O tal vez si lo sé, porque lo siento cada noche y a cada instante, con cada palpitar...
De todas maneras hasta que lo pueda saber, sabes donde puedo estar...

Cuento compartido por Minerva

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