miércoles, 13 de junio de 2007

Emociones de experanza, para tiempos mejores en el amor (el aprendiz ambulate)

Las lágrimas de un duende caen desparramadas de sus lagrimales al suelo árido que envuelve su corazón, con la esperanza de que nazca de su tristeza alguna flor de loto que ilumine su vida. Pero sin más, sabe que eso son meros delirios de un loco que se regodea en la tristeza de momentos pasadas, de rupturas que no se cerraron, de besos nunca dados y de pasiones no correspondidas. La princesa de los cuentos de hadas, fácilmente se convierte en la rana de las más temibles pesadillas, y su belleza queda oscurecida, por el mismo síndrome que asola al duende: su terrible pasado.
Construir una relación con amor desde el pasado puede que sea tan frágil como un castillo de cartas, a cualquier golpe se desvanece. Cada carta y cada persona, aportan una magia única, pero los deseos de ambos, fácilmente chocan al no encontrar cobijo en el interior del otro y poco a poco, ambas partes se van separando como dos gotas de agua.
Quizás enamorarse del momento presente sea lo mejor, disfrutar cuando las dos gotas se juntan y olvidarse después de que han existido. ¿Como construir una vida, si seguimos esperando a la gota que se fue a hacer su camino?
Las relaciones podrían ser como las olas. Cada ola es perfecta como es, si las alargamos mas, se comen la playa, y si evitamos que hayan, todo el ecosistema se perdería (por ejemplo las algas muertas que llegan y nutren la playa). Lo peor quizás seria, a parte de poner un dique, el no atreverse a mojarse los pies y sentir las caricias de las olas. Posiblemente nos pinchemos o nos encontremos con un tiburón, pero estoy seguro de que tarde o temprano aprenderemos a nadar y a disfrutar de cada ola, sabiendo que después de una, viene otra mejor.

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